lunes, 29 de mayo de 2017

"Congrés Internacional sobre el Centenari de la Revolució Russa", en la Universitat de Barcelona los días 25, 26 y 27 de octubre de 2017


Del 25 al 27 de octubre del 2017 se celebra en la Facultat de Geografia i Història de la Universitat de Barcelona un congreso internacional titulado Centenario de la Revolución Rusa (1917-2017), organizado por dicha universidad y el Centre d’Estudis Histórics Internacionals, con la colaboración del Ministerio de Economía y la Comissió del Centenari de la Revolució Russa de 1917.

Sede: Aula Magna (4a planta). Facultat de Geografia i Història de la Universitat de Barcelona. Carrer Montalegre, 6 (08001 Barcelona).

El plazo de entrega de las comunicaciones (aceptadas en 2016) termina el 30 de junio de 2017. 

Para presentar comunicación es imprescindible formalizar la inscripción en el congreso. 

Extensión: Un máximo de 30.000 caracteres con espacios y notas incluidas, en formato electrónico exclusivamente (tratamiento de textos compatible con PC: Word, Open Office). 

Idiomas: catalán, castellano, inglés. 

Formato: Se comunicará una vez aceptada la comunicación.

Programa

Miércoles 25 de octubre de 2017

9:00h. Recogida de documentación y acreditaciones.
9:30h. Inauguración. Andreu Mayayo (Director CEHI-UB).
9:45h. Conferencia inaugura: “Entre el miedo y la esperanza: impacto de las revoluciones rusas en España”, por Álvaro Soto (Universidad Autónoma de Madrid).
10:30h. Debate.
11:00h. Descanso.
11:30h. I Guerra Mundial y Revolución.
  • Ponente: Alberto Pellegrini (CEHI, Universitat de Barcelona).
  • Relator: Daniel Roig (CEHI, Universitat de Barcelona).
12:30h. Revolución y mundo del trabajo.
  • Ponente: José Manuel Rúa (CEHI, Universitat de Barcelona).
  • Relator: Lluís Castañeda (Universitat de Barcelona).
16:00h. Mujer y revolución.
  • Ponente: Mary Nash (Universitat de Barcelona).
  • Relator: Gemma Torres (Universitat de Barcelona).
17:00h. Descanso.
17:15h. Las miradas cinematográficas de la Revolución.
  • Relator: Magí Crusells (Universitat de Barcelona).
18:15h. Octubre (Sergei Eisenstein, 1928).


Jueves 26 de octubre de 2017

9:30 h. La Revolución Rusa y la Internacional Comunista, por Serge Wolikow (Université de Bourgogne).
10:15h. Debate.
10:45h. Descanso.
11:15h. Las miradas sobre la Revolución.
  • Ponente: Andreu Mayayo (CEHI, Universitat de Barcelona).
  • Relator: Giaime Pala (Universitat Autònoma de Barcelona).
16:00h. El miedo a la revolución.
  • Ponente: Paola Lo Cascio (CEHI, Universitat de Barcelona).
  • Relatora: Gemma Ubasart (Universitat de Girona).
17:15h. Descanso.
17:30h. Mesa redonda: Militancia y Revolución. Mariano Aragón, Jordi Borja, Martí Caussa, Anna Sallés.


Viernes 27 de marzo de 2017

10:00h. La implosión de la Unión Soviética.
  • Ponente: Antoni Segura (CEHI, Universitat de Barcelona).
  • Relator: Óscar Monterde (CEHI, Universitat de Barcelona).
11:00h. Descanso.
11:30h. Conferencia de clausura: La Revolución Rusa, un siglo después, a cargo de Francisco Veiga (Universitat Autònoma de Barcelona).
12:15h. Debate.
13:00h. Presentación del libro Y el mundo cambió de base, de Andreu Mayayo y José Manuel Rúa (eds.). Yulca Editorial, 2017.
13:45h. Sesión de clausura.

Tríptico del congreso (en pdf)


lunes, 22 de mayo de 2017

Novedades literarias sobre la Revolución de Octubre en el año del Centenario

La conmemoración este año del Centenario de la Revolución Rusa está propiciando la publicación –en algunos casos, reedición– de una serie de obras dedicadas al análisis del que sin duda es el acontecimiento más trascendental de la historia del siglo XX. A continuación, once de los títulos más importantes aparecidos recientemente en el mercado literario de nuestro país: 

  • El siglo de la revolución. Una historia del mundo desde 1914, de Josep Fontana (Ed. Crítica, 2017). El profesor Fontana ha acometido una empresa enormemente ambiciosa: historiar el desempeño -¿la deriva?- del mundo desde el comienzo de la Gran Guerra (1914) hasta prácticamente el fin de 2016. Se trata de un periodo que ya ha sido colonizado por otros autores, aunque más bien a tramos y creo que nunca apurando los acontecimientos hasta virtualmente anteayer (...) ("Revolución en el siglo", artículo publicado en Babelia [El País] el 28/04/2017). 


  • La venganza de los siervos: Rusia, 1917, de Julián Casanova (Ed. Crítica, 2017). Una síntesis muy solvente de aquel año crítico, de sus alternativas en conflicto y de sus antecedentes y consecuentes, apoyado en una base bibliográfica muy amplia, actualizada y bien comentada. No en vano, acierta a considerar la llamada "Revolución Rusa" como una serie de revoluciones simultáneas y superpuestas" que alteraron profundamente la vida del país más grande del mundo (en el artículo "La nación y la revolución que no cesan" de Enrique Moradiellos, publicado en Babelia [El País] el 20/05/2017). Sinopsis y descarga del primer capítulo en https://www.planetadelibros.com/libro-la-venganza-de-los-siervos/248078.


  • Breve historia de la Revolución rusa, de Mira Milosevich (Ed. Galaxia Gutenberg, 2017). Milosevich analiza la revolución como un ciclo. Y responde, de un modo novedoso, a las preguntas fundamentales: cómo y por qué estalló la revolución, cómo los bolcheviques llegaron al poder, cómo y por qué el régimen evolucionó hacia el totalitarismo, cómo el modelo perduró durante 69 años, por qué colapsó y, finalmente, qué tipo de sistema emergió de las ruinas de la URSS. Todo el siglos XX ruso (en http://www.elcultural.com/revista/letras/Cuando-Rusia-adelanto-la-hora/39061).


  • El tren de Lenin. Los orígenes de la revolución rusa, de Catherine Merridale (Ed. Crítica, 2017). Como el título sugiere, este libro aparecido en enero se centra en los orígenes de la Revolución rusa. Cuenta el viaje del revolucionario a través de Europa en los primeros meses de 1917. Lenin, exiliado hasta entonces en Suiza, atravesó medio continente bajo las balas, en un tren sellado y con ayuda del gobierno alemán, que creía que, impulsando la revolución, podría sacar a Rusia de la guerra. Intrigas, espionaje e historia, mucha historia (en http://www.elcultural.com/revista/letras/Cuando-Rusia-adelanto-la-hora/39061). Sinopsis y descarga del primer capítulo en https://www.planetadelibros.com/libro-el-tren-de-lenin/230919.


  • La Revolución Rusa. La fábrica de una nueva sociedad, de Mª Teresa Largo Alonso (Ed. Los Libros de la Catarata, 2017). Rusia era a finales del siglo XIX un enorme país atrasado y, contra todo pronóstico, en él triunfó una revolución que vislumbró una sociedad más justa e igualitaria, puso al frente de un gran Estado a un partido representante de los trabajadores y difundió su modelo en todo el mundo, llegando a convertirse en una potencia hegemónica en la segunda mitad del siglo XX. Pero las sucesivas guerras y su deriva totalitaria pronto frustraron los objetivos revolucionarios. Con motivo de su centenario, esta historia divulgativa de la Revolución rusa repasa uno de los acontecimientos más importantes del siglo XX y pone en relación conflictos armados y sensibilización de las élites, concienciación del proletariado y avances sociales y políticos, conectando los principales hitos de su historia política con sus contextos sociales y culturales (en http://www.marcialpons.es/libros/la-revolucion-rusa/9788490972618/).

 

  • Cartas desde la revolución bolchevique, de Jacques Sadoul [Reedición de la obra original de 1919] (Ed. Turner, 2016). Entre octubre de 1917 y mayo de 1918, Jacques Sadoul, diplomático francés enviado a Petrogrado (San Petersburgo) en misión técnica, asiste a los acontecimientos de la revolución bolchevique y comparte cada día impresiones y negociaciones con Lenin, Trotski y los miembros del nuevo poder revolucionario. Sus cartas enviadas a Francia dan cuenta del día a día en las calles, y también de las tensas relaciones entre las potencias, que dudan entre apoyar al nuevo poder de los sóviets o mantener sus políticas conservadoras e imperialistas. Una crónica única, de un testigo que consigue a la vez ser imparcial y caluroso, realista y visionario. Jacques Sadoul (1881-1956) fue un abogado, político y escritor francés que después de su estancia en la Rusia bolchevique se convirtió en uno de sus mayores defensores en Europa. Participó en la fundación del Partido Comunista francés y fue una figura polémica tanto dentro como fuera de la organización. Sus cartas al ministro Albert Thomas son el reflejo de una época convulsa que cambió el curso de la historia (en http://www.turnerlibros.com/book/cartas-desde-la-revolucion-bolchevique.html).  


  • ¿Cuándo amanecerá, camarada?, de Jean-Paul Ollivier [Reedición de la obra original de 1967] (Ed. Clave Intelectual, 2017). Este libro no habla de las consecuencias de la revolución rusa ni de lo que ha significado la URSS, porque el relato de Ollivier comienza en 1876 y finaliza el día que triunfa la revolución rusa en 1917. El autor narra, como si estuviésemos asistiendo en directo, la noche del 6 al 7 de noviembre de 1917. Valdimir Ilich Ulianov ha decidido salir de su escondite, escoltado sólo por un hombre al que una patrulla ha interceptado ya. Y avanza por una Petrogrado en estado de sitio. Lenin va a ponerse al frente de la insurrección que dará todo el poder a los soviets. Antes, Ollivier, se ha remontado décadas atrás para contar lo que sucedía en Rusia y en el mundo hasta que se fraguó el movimiento bolchevique, que condujo al pueblo ruso hacia una revolución que cambió Rusia y el mundo (en http://www.marcialpons.es/libros/cuando-amanecera-camarada/9788494634369/).


  • Atrapados en la revolución Rusa, de Helen Rappaport (Ed. Palabra, 2017). Atrapados en la Revolución rusa, 1917, es el magistral relato de Helen Rappaport sobre el estallido de la Revolución Rusa a través de testimonios directos dejados por ciudadanos extranjeros que vieron el drama en primera persona. Entre el primer estallido de febrero de 1917 y el golpe bolchevique de Lenin en octubre, Petrogrado (el antiguo San Petersburgo) estaba en plena ebullición, sentida con especial intensidad en la gran avenida, Nevsky Prospekt. Allí, los visitantes extranjeros que llenaban hoteles, clubes, oficinas y embajadas eran muy conscientes del caos que brotaba fuera de sus puertas y debajo de sus ventanas. Entre este variopinto grupo estaban periodistas, diplomáticos, hombres de negocios, banqueros, institutrices, enfermeras voluntarias y socialistas expatriados. Muchos guardaban diarios y escribían cartas a casa: desde una enfermera inglesa que ya había sobrevivido al hundimiento del Titanic, al ayudante de cámara afroamericano del embajador de los Estados Unidos, a la líder del movimiento sufragista Emmeline Pankhurst, que había venido a Petrogrado para inspeccionar el indomable Batallón de la Muerte -formado íntegramente por mujeres- dirigido por Maria Bochkareva. La autora del bestseller Las hermanas Romanov se basa en este valioso material, en gran parte inédito, para llevarnos hasta la acción: poder ver, sentir y oír la Revolución como les sucedió a un grupo de personas que, de repente, se sintieron atrapados en un Petrogrado convulso. Helen Rappaport (Bromley, 1947) es una reputada especialista en historia de Rusia y la Inglaterra victoriana. Tras estudiar en la Chatham Grammar School for Girls, cursó estudios rusos en la Universidad de Leeds (en https://www.palabra.es/atrapados-en-la-revolucion-rusa-1917-1818.html). 


  • La Revolución rusa, de Rosa Luxemburgo [Reedición de la obra original de 1918] (Ed. Página Indómita, 2017). «Toda institución democrática tiene sus límites y deficiencias, algo que comparte con el resto de las instituciones humanas, pero el remedio de Lenin y Trotski, la eliminación de la democracia como tal, es peor que la enfermedad. […] La libertad solo para los partidarios del Gobierno, solo para los miembros de un partido —por muy numerosos que estos sean— no es libertad en absoluto. La libertad es siempre y exclusivamente libertad para quien piensa de manera diferente». Antes que Orwell y Koestler, antes incluso que Victor Serge, estuvo Rosa Luxemburgo, una firme defensora de la democracia y, en palabras de Schumpeter, «una de las críticas más implacables de las prácticas bolcheviques». El carácter polémico y visionario de este sorprendente texto, escrito en la cárcel en 1918 y publicado de manera póstuma, se comprende fácilmente si tenemos en cuenta que, hasta la Gran Purga de finales de la década de 1930, la fascinación occidental por la Revolución rusa era incluso mayor que la actual. (...) (en http://www.paginaindomita.com/la-revolucion-rusa/).


  • Lunacharski y la organización soviética de la educación y de las artes (1917-1921), de Sheila Fitzpatrick [Reedición de la tesis doctoral de 1970] (Ed. Siglo XXI, 2017). Un bolchevique para los intelectuales, un intelectual para los bolcheviques. Anatoli Vasílevich Lunacharski, el primer Comisario del Pueblo para la Educación, es una de las figuras más representativas de la contradicción existente en la Rusia revolucionaria entre las grandiosas aspiraciones de transformación social que mueven a los protagonistas de la revolución y los terribles condicionamientos bajo los que deben acometer su intento de crear una sociedad nueva. Lunacharski se enfrentó a la incomprensión de los académicos, cuyo supuesto talante liberal se siente ofendido ante el intolerable espectáculo de una revolución popular y trató de evitar que el radicalismo ingenuo e idealista de los partidarios de la 'proletkult' llevara a un imposible salto en el vacío en el terreno cultural. Tarea complicada, pero titánica si tenemos presente la falta de personal cualificado, la falta de todo tipo de medios materiales, el hambre, el frío, la miseria y las destrucciones de la guerra. El héroe cultural necesito de cuatro años para conquistar las ambiciosas metas que los bolcheviques se marcaron en el terreno de la educación y de las artes: una nueva pedagogía, una enseñanza integral, un arte cuyo sujeto sea el pueblo, una cultura nueva revolucionaria y para el pueblo (en https://www.sigloxxieditores.com/libro/lunacharski-y-la-organizacion-sovietica-de-la-educacion-y-de-las-artes-1917-1921_18008/).


  • La Revolución Rusa de 1917, de Vicente Blasco Ibáñez [Reedición de los materiales publicados en "Crónica de la guerra europea 1914-1918", 9 volúmenes, 1914-1921] (Sílex Ediciones, 2017). Cuando a principios de 1917 Vicente Blasco Ibáñez comenzó a recopilar información acerca de los inesperados sucesos que estaban teniendo lugar en Rusia, no imaginaba que estaba componiendo la mejor y más completa narración sobre la Revolución Rusa jamás llevada a cabo por un autor español. Un español contemporáneo de los hechos y fogueado en la labor de periodista bélico desde el inicio de la Primera Guerra Mundial en 1914. Durante los años de la todavía llamada Gran Guerra, Blasco Ibáñez levantó para la posteridad una obra monumental: la Crónica de la Guerra Europea de 1914. Una auténtica enciclopedia en nueve grandes tomos que incluyen el material que conforma este libro: todas las noticias y comentarios sobre la Revolución Rusa de 1917, un hecho histórico de primera magnitud que determinaría la historia del siglo XX no sólo en Rusia, sino en todo el mundo. Vicente Blasco Ibáñez aun siendo apartado por la dictadura franquista por sus ideas progresistas y republicanas, es algo más que uno de los mejores escritores españoles de todos los tiempos: es también un historiador colosal cuyo trabajo de investigación sobre los acontecimientos revolucionarios en Rusia se recuperan hoy para el lector en este volumen que recoge un trabajo periodístico fuera de serie (en http://www.marcialpons.es/libros/la-revolucion-rusa-de-1917/9788477375265/).



Pendiente de publicación: Historia de la Revolución Rusa, de Neil Faulkner (Ed. Pasado y Presente, 2017). En junio.

martes, 16 de mayo de 2017

El monumento "Pensamiento" (1918-1936) y la tumba de Serguéi D. Merkúrov en el cementerio de Novodévichi [Plan de Propaganda Monumental de Lenin]

Ir a la entrada anterior sobre el 'Plan de Propaganda Monumental de Lenin'
Ir a la entrada anterior sobre 'El cementerio de Novodévichi'


La escultura de granito titulada "Pensamiento" (Мысль, "Мysl" en ruso transliterado), obra del maestro de origen greco-armenio Serguéi D. Merkúrov, es un curioso ejemplo de pieza artística inalterada que ha tenido, a lo largo del tiempo, diversos emplazamientos y lecturas simbólicas diferentes definidas, en cada caso, por las épocas históricas por las que ha transitado. Creada en la época zarista, sirvió más tarde como elemento soviético de propaganda para acabar convirtiéndose, tal como ha llegado hasta nuestros días, en monumento funerario. En la imagen, de 1926, se la puede ver en el bulevar Tsvetnoy de Moscú con otra estatua del mismo autor, al fondo, dedicada a Fiódor Dostoyevski.

Esculpida en 1913 a partir de una idea personal de su autor, fue requerida por Lenin en 1918 para completar la colección del Plan de Propaganda Monumental que debía substituir las obras de arte zaristas erigidas "en honor de los reyes y de sus siervos". Para tal fin, fue instalada en el extremo sur del bulevar Tsvernoy, junto a la plaza Trubnaya, en lugar de un obelisco dedicado al tricentenario de la dinastía Romanov. Ante las dificultades técnicas que en aquella época planteaba el traslado de una escultura tan pesada, se cree que se eligió ese emplazamiento precisamente por su proximidad al estudio de Merkúrov, además de por el hecho de que ya estuviese instalado en un parterre del mismo jardín su obra dedicada a Dostoyevski. "Pensamiento" permaneció expuesta en el bulevar Tsvernoy entre 1918 y 1936, año en que fue retirada debido a las obras del tranvía que debía atravesar el paseo, siendo trasladada al número 25 de la calle Voróvskogo (actual Povarskaya, dedicada entonces al revolucionario, periodista y diplomático Vátslav V. Voróvsky), frente a la sede de la Unión de Escritores Soviéticos, en la famosa "Casa Rostov". Esta decisión dio pie a uno de los tantos chascarrillos subversivos que circularon entre la población soviética en tiempos de la URSS. Se dice que el escritor Fiódor I. Panferov, uno de los líderes de la Unión de Escritores, preguntó:

                                   - ¿Qué es esta estatua?
                                   - El pensamiento, le respondieron.
                                  - ¿Y qué relación tiene el pensamiento con los escritores?
                                  - Que sirve para matarlos.

Años después, la escultura fue llevada al jardín de la casa de Merkúrov y, tras su muerte en 1952, se colocó sobre su tumba en el cementerio de Novodévichi, donde permanece desde 1956 a la vista de los numerosos visitantes de la necrópolis moscovita.

Mayakovski 


El bulevar Tsvetnoy, donde estuvo instalado el monumento "Pensamiento" entre 1918 y 1936, comunica el Anillo de los Jardines con el Anillo de los Bulevares, concretamente la calle Sadovaya-Sukharevskaya (que no aparece en estos dos mapas) con los bulevares Petrovsky y Rozhdestvensky. En la parte inferior de la primera imagen aparecen el Kremlin y la plaza Roja

La obra de Merkúrov substituyó un monumento dedicado en 1913 al tricentenario de la dinastía de los Romanov, una especie de túmulo ajardinado con un monolito en lo alto

El "Pensamiento" simbolizaba el advenimiento de una nueva era marcada por las ideas racionalistas y el materialismo dialéctico. Uno de los monumentos más importantes de aquel Plan de Propaganda de Lenin era, precisamente, el dedicado en los Jardines de Alejandro a los pensadores revolucionarios. La imagen es de 1919, un año después de su inauguración

1919-1920


Tras el monumento "Pensamiento" se hallaba otra escultura del mismo Merkúrov dedicada a Dostoyevski (y que también formaba parte del Plan de Propaganda Monumental). La primera imagen data de 1936, año en que el "Pensamiento" fue retirado, y la segunda de 1913

Tras ser retirada por las obras del tranvía, ningún otro monumento substituyó el "Pensamiento" de Lenin. Un tiempo después aparecieron dos farolas flanqueando el lugar donde estuvo la escultura de Merkúrov (una de ellas se ve al fondo de la imagen). La fotografía es de 1960

En la actualidad (la imagen es de junio de 2015), las dos farolas continúan en ese mismo sitio, aunque frente al punto donde estuvo la obra de Merkúrov se inauguró en 1994 un monumento dedicado a la policía ("A los soldados de la ley y el orden desaparecidos")


La tumba de Serguéi D. Merkúrov, catalogada con el número 97, se encuentra situada en el sector 2 del cementerio de Novodévichi, al cual se accede, una vez traspasada la puerta principal del recinto, torciendo a la derecha por la primera calle. En este lugar se hallan enterrados también algunos de los más prominentes escritores y artistas del país, como es el caso de Antón Chéjov


El destino final de la escultura de Merkúrov en el cementerio de Novodévichi nos permite contemplarla mucho mejor que cuando estuvo instalada en el bulevar Tsvetnoy. Se encuentra en este lugar desde hace 61 años

El escultor monumentalista Serguéi Dmítriyevich Merkúrov nació en Alexandrapol (actual Gyumri, Armenia) el 7 de noviembre de 1881. Miembro de la masónica "Hermandad Unitaria de Trabajadores", de la Asociación de Pintores de Rusia y del Partido Comunista Revolucionario de la Unión Soviética, es considerado un representante destacado del estilo moderno académico en los ámbitos de la muerte, de la filosofía de las artes y del pensamiento. Fue, así mismo, el más grande maestro soviético de las máscaras post-mortem –realizó las de Tolstói, Sverdlov, Lenin, Dzerzhinski, Eisenstein, Gorki y Mayakovski y autor de los tres mayores monumentos dedicados a Iósif Stalin en la URSS entre ellos, la estatua de la Exposición Agrícola de 1939, futuro VDNJ. Estudió en Tiflis, Kiev, Zúrich, Múnich y París, donde en 1905 fue discípulo de Auguste Rodin. Mientras era miembro de la Academia de las Artes de la URSS dirigió el Museo Pushkin de Moscú entre los años 1944 y 1949, salvando de la destrucción una estatua de granito de Catalina la Grande que se ha conservado hasta nuestros días. Galardonado en 1943 con el título de Artista del Pueblo de la URSS y con las órdenes de Lenin y Stalin (1941 y 1951), falleció en Moscú el 8 de junio de 1952

 

domingo, 7 de mayo de 2017

La bandera del 'Día de la Victoria' en el Museo Central del Ejército


Cada 9 de mayo el pueblo ruso celebra el День Победы (Den' Pobédy, "Día de la Victoria"), la fiesta en conmemoración del triunfo de la Unión Soviética en la Gran Guerra Patria, una oportunidad para compartir colectivamente el recuerdo de aquella gesta y rendir homenaje a los veteranos que participaron en ella. La elección de esta fecha, decretada el 8 de mayo de 1945 por el Soviet Supremo de la URSS, no fue una decisión aleatoria. Ese mismo día, el Estado Mayor de la Wehrmacht, encabezado por el Mariscal Wilhelm Keitel, firmó en la localidad berlinesa de Karlshorst la rendición alemana ante el Ejército Rojo, una capitulación incondicional que entró en vigor a las once y un minuto de esa noche. Debido a la diferencia horaria entre Berlín y Moscú (dos horas más), en la capital de la Unión Soviética ya era día 9 cuando la Alemania nazi reconocía oficialmente su derrota. Este es el motivo del desfase de un día respecto a la fecha de la rendición.

Aunque la festividad se celebra desde entonces con fuegos artificiales y ofrendas a la Tumba del Soldado Desconocido, la tradición del desfile anual en la plaza Roja de Moscú no llegó hasta 1965, veinte años después del mítico desfile del 24 de junio de 1945 presidido por Stalin. Tras la caída de la URSS, Borís Yeltsin eliminó esta ceremonia durante unos años y a partir de 1995 la desplazó lejos del centro de la ciudad, hasta la colina Poklonnaya. En 2005, el presidente Vladímir Putin recuperó el desfile en la plaza Roja durante la celebración de 60º aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial, aunque la versión completa que podemos ver hoy en día, con equipos y aviación militar, regresó tres años después, en 2008.

Este próximo martes, 72º aniversario del Día de la Victoria, la parada militar comenzará, como cada año, con un soldado del Ejército de la Federación Rusa portando la bandera de la 150º División de Fusileros, la primera que ondeó sobre el Reichstag durante los últimos coletazos de la Batalla de Berlín, y que no hay que confundir con la enseña de la URSS que el fotógrafo Yevgueni Jaldéi inmortalizó en su icónica foto realizada sobre el mismo tejado. La bandera que se muestra durante los desfiles en la plaza Roja no es la original de 1945 sino una reproducción utilizada expresamente para estas ocasiones. La auténtica se encuentra expuesta en una urna en el Museo Central del Ejército, en la capital rusa.


Su inscripción reza lo siguiente:

150 СТР. ОРДЕНА
КУТУЗОВА II СТ.
ИДРИЦК. ДИВ.
 79 С.К. 3 У.А. 1Б.Ф.

150 STR. ORDENA
KUTUZOVA II ST.
IDRITSK. DIV.

 79 S.K. 3 U.A. 1B.F.

150º DIVISIÓN DE FUSILEROS (INFANTERÍA)
ORDEN DE KUTUZOV DE 2ª CLASE
DIVISIÓN 'IDRITSKAYA'
79º CUERPO DE FUSILEROS - 3r EJÉRCITO DE CHOQUE - 1r FRENTE BIELORRUSO

Los combates alrededor del Reichstag, en Berlín, a pocos metros de la Puerta de Brandeburgo, se iniciaron a primera hora del 29 de abril de 1945. Al día siguiente, las Divisiones de Infantería 150º y 171º comandadas, respectivamente, por el general Vasili M. Shatílov y el coronel Alekséi I. Negoda, comenzaron el asedio al parlamento germano, protegido en aquel momento por más de un millar de soldados de la Wehrmacht. Tanto la primera ofensiva de la mañana como la segunda del mediodía acabaron frustradas por la defensa numantina de los alemanes. Poco después, a las tres y media de la tarde, mientras los soviéticos se preparaban para el tercer y definitivo asalto, Hitler se suicidaba en el búnker situado a setecientos metros de esa posición, con el sonido de los proyectiles lanzados contra el Reichstag retumbando en el interior de su refugio. Ignorando este suceso, a las diez y media de la noche las tropas soviéticas lograron alcanzar con éxito el tejado del edificio, lugar en el que el coronel Fiódor M. Zinchenko, comandante del 756º Regimiento de Infantería, ordenó que se izase la bandera de la 150º División de Fusileros. La enseña que ha llegado hasta nuestros días no fue la primera que ondeó en esa azotea sino la cuarta las otras tres resultaron destruidas, sucesivamente, por los bombardeos de la artillería alemana. Tras los duros enfrentamientos de esa tarde y siguiendo las instrucciones tácticas del capitán Stepán A. Neustroev y del teniente Alekséi P. Berest, a las tres de la madrugada del día 1 de mayo los sargentos Melitón V. Kantaria y Mijaíl A. Egorov colocaron la cuarta bandera sobre el frontón de la entrada del lado este, atándola con correas a una estatua ecuestre de Guillermo I. Habían pasado cinco horas desde que ocuparan el techo del Reichstag. En la operación participaron también el teniente mayor Konstantín Y. Samsonov y el sargento Ilyá Y. Syanov, este último proporcionando fuego de cobertura a la incursión de Kantaria y Egorov. Los combates no concluyeron hasta las primeras luces del día 1.

Los protagonistas del asalto al Reichstag fotografiados en mayo de 1945, con la bandera de la victoria detrás de ellos. De izquierda a derecha, K.Y. Samsonov, M.V. Kantaria, M.A. Egorov, I.Y. Syanov y S.A. Neustroev

El 2 de mayo la bandera fue trasladada al esqueleto de la cúpula quemada, donde solo permaneció izada tres días. Según lo acordado por los Aliados, tras la capitulación alemana el Reichstag pasaría a formar parte del sector británico, por lo que el emblema soviético debía ser retirado de su tejado. Comenzó así un periplo de más de dos meses hasta su lugar de destino definitivo. El 20 de junio la bandera partió hacia Moscú desde el aeropuerto berlinés de Tempelhof, custodiada por los cinco militares protagonistas de la hazaña Samsonov, Kantaria, Egorov, Syanov y Neustroev, siendo recibida con todos los honores en el aeropuerto Mijaíl Frunze de la capital soviética. Cuatro días más tarde apareció en el desfile militar de la plaza Roja de Moscú, durante la celebración del Día de la Victoria el día 9, el de la rendición alemana, se había festejado únicamente con un castillo de fuegos artificiales sobre el Kremlin. Finalizadas las celebraciones y por orden de las altas instancias soviéticas, el 10 de julio fue colocada de forma permanente en la antigua sede del Museo Central del Ejército, fundado en 1919, lugar en el que estuvo en exposición, a la vista del pueblo soviético, durante veinte años. En 1965, con la inauguración del nuevo edificio en la Soviétskoy Armii ulitsa, la bandera quedó almacenada en los depósitos del museo para protegerla de la degradación producida por el paso del tiempo. Fue el año, precisamente, en que Leonid Brézhnev instauró la tradición del desfile militar anual. Desde 2011, tras las reformas en la sala principal, llamada desde entonces "Sala de la bandera de la victoria", se exhibe de nuevo el estandarte original de 1945, metida en una urna especial a prueba de rayos ultravioleta y con la temperatura y humedad adecuadas para su óptima preservación.

Durante la instalación de la bandera de la 150º División en este nuevo espacio, los trabajadores del museo descubrieron que no conservaba las dimensiones físicas que tenía tras la guerra. Dicho en otras palabras, que faltaban trozos de tela. Parece ser que, en el pasado, soldados participantes en la Batalla de Berlín habrían recortado algunas tiras para guardarlas como recuerdo de uno de los símbolos más importantes de la participación de la URSS en la Gran Guerra Patria. Un símbolo que, en la actualidad, mantiene en Rusia el mismo poder de cohesión social que tuvo en la Unión Soviética durante décadas.

Mayakovski


El Museo Central del Ejército se encuentra situado al norte del centro de Moscú, en el número 2 de la calle Soviétskoy Armii, más allá del Anillo de los Jardines


Fotografías de la "Sala de la bandera de la victoria", que desde 2011 exhibe de nuevo la mítica enseña de la 150º División de Fusileros. La urna de cristal se apoya en unos raíles de lanzamiento para cohetes BM-13 "Katyusha". Entre otros objetos, en la base hay una esvástica destrozada, símbolo de la derrota nazi, y una copia de la "Operación Barbarossa"  

El moderno edificio del Museo Central del Ejército, de estilo neo-constructivista con elementos del clasicismo estalinista, fue inaugurado el 8 de mayo de 1965. Es obra del arquitecto Borís B. Barjin (1913-1999). En lo alto se puede leer ЦЕНТРАЛЬНЫЙ МУЗЕЙ ВООРУЖЕННЫХ СИЛ СССР (TSENTRAL'NYY MUZEY VOORUZHENNYKH SIL SSSR, "MUSEO CENTRAL DEL EJÉRCITO DE LA URSS")

El fondo del museo contiene más de un millón de objetos relacionados con el ejército. Fue creado en 1919 y a lo largo de los años se ha ido enriqueciendo con el armamento de cada época, como el tanque T-34-85 y el cohete R-9 que aparecen en la imagen. En el interior del edificio se muestran banderas de la Guerra Civil Rusa y de las dos guerras mundiales, así como numerosos documentos, piezas artísticas, fotografías, armas, premios y objetos personales de los oficiales y soldados. En la zona abierta se exhiben alrededor de 157 unidades de artillería militar, vehículos blindados, cohetes (incluidos los MGM-31A "Pershing-1A" norteamericanos), aviones, equipos navales, tanques, misiles estratégicos, aviones de transporte y sistemas de defensa aérea

La mítica instantánea de Yevgueni Jaldéi tomada en mayo de 1945 sobre el tejado del Reichstag. La bandera que aparece en la fotografía no es la de la 150º División de Fusileros, aunque la fachada del edificio, la del lado este, con la Puerta de Brandeburgo al fondo de la imagen, sí es la misma

El Mariscal de campo Wilhelm Keitel, comandante del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas alemanas entre 1937 y 1945, firmó la capitulación en Karlshorst, frente a Gueorgui Zhúkov y otros militares soviéticos, el día 8 de mayo de 1945. Fue juzgado en Núremberg y ejecutado en la horca el 16 de octubre de 1946


Fotografías del edificio de la antigua Escuela de Ingenieros de la Wehrmacht, en Berlín-Karlshorst. La primera es del 8 de mayo de 1945, mientras era custodiado por tropas soviéticas del Regimiento 105 de Fronteras. La segunda es actual, con el edificio convertido en el Museo Ruso-Germano